La
osteomielitis es la infección de huesos causada por organismos piogénicos.
La
infección se produce cuando hay una alta inoculación de microorganismos, cuando
hay un trauma que conduce a daño en los huesos o bien por la presencia de
cuerpos extraños. Después de una fractura abierta, la incidencia de la
osteomielitis puede ir del 2% al 16%, dependiendo del grado de traumatismo y el
tipo de tratamiento administrado.
FACTORES PREDISPONENTES
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Diabetes
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Malnutrición
-
Drogadicción intravenosa
-
Desnutridos
ETIOLOGIA
En
recién nacidos las bacterias que frecuentemente ocasionan las infecciones óseas
son: Streptococcus agalactiae
(estreptococo del Grupo B), Staphylococcus
aureus y los bacilos entéricos aeróbicos. Excepcionalmente se han
descrito infecciones por Staphylococcus
epidermidis.
En
niños en edades superiores, el Staphylococcus
aureus es el microorganismo más identificado, seguido por el Streptococcus pyogenes (Grupo A) y el
Streptococcus pneumoniae. El Haemophilus influenzae tipo B
ocasionalmente origina osteomielitis y más comúnmente produce artritis; sin
embargo, con el advenimiento de la vacuna respectiva, tanto unas como las otras
han disminuido ostensiblemente.
En adultos se han publicado
casos ocasionados por mycobacterias atípicas que incluyen Mycobacterium avium.
PATOGENIA Y ANATOMÍA PATOLÓGICA
Las
infecciones óseas se presentan por tres mecanismos: hematógeno (siguiendo a una
bacteremia); por extensión de un foco infeccioso contiguo; o por inoculación
directa del hueso a través de un trauma o intervención quirúrgica. En los niños
muchas infecciones óseas son de origen hematógeno y comprometen la metáfisis de
los huesos (tibia, fémur, húmero). La anatomía vascular de esta zona, arterias
terminales, asas capilares y sinusoides venosos, condicionan el medio necesario
para la propagación de émbolos infecciosos.
Se
considera que un gran número de casos de osteomielitis ocurre como consecuencia
de la extensión de un proceso infeccioso contiguo. Ésta se presenta más
comúnmente en adultos. Aquí el mecanismo ocurre por la difusión directa del
proceso (abscesos, trayectos fistulosos, etc). La osteomielitis es multifocal.
En
las osteomielitis que se presentan posterior a un trauma (fractura abierta) o
intervención quirúrgica por isquemia y en el caso de trauma, la posible
presencia de cuerpos extraños, aumentan la susceptibilidad del hueso a la
invasión microbiana. Los fagocitos intentan contener la infección y en el
proceso, liberan enzimas que destruyen el hueso. El pus que se forma en el
sitio comprometido, penetra en los canales vasculares, aumentando la presión
intraósea y deteriora el flujo de sangre; sino es tratada la infección se hace
crónica. La necrosis isquémica del hueso resulta en la separación de fragmentos
óseos sin vascularización.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Debemos
considerar en la clínica, las osteomielitis de origen hematógena; las derivadas
de infecciones de partes blandas y las que siguen a heridas o traumatismos.
Hematógena
Se
observa más frecuentemente en niños de 3 a 15 años, tiene predilección por los
huesos largos (tibia, fémur, húmero). Se inicia bruscamente con dolor local,
fiebre y limitación del movimiento de la extremidad afectada.
Posteriormente se presenta hipersensibilidad, eritema e inflamación regional.
Las articulaciones del miembro comprometido se mantienen en flexión. Se observa
resistencia al movimiento pasivo. Los músculos vecinos al foco infeccioso se
tornan espásticos.
La
evolución subaguda de una osteomielitis hematógena ocurre en niños con
tratamiento antimicrobiano incompleto. En estos casos los síntomas generales
son escasos.
Se
necesitan aproximadamente 10 días para la necrosis ósea; sin embargo, las
radiografías no son útiles para detectar secuestros en este período. Las
exacerbaciones recurrentes son características de estas osteomielitis de
evolución crónica. La fístula entre el hueso y la piel drena material purulento
y ocasionalmente piezas de hueso necrótico. Un aumento en el drenaje, dolor y
aumento de la eritrosedimentación ocurre en las exacerbaciones. Las complicaciones
incluyen fracturas patológicas y amiloidosis.
Las
osteomielitis vertebrales hematógenas
ocurren más comúnmente en adultos. Las bacterias se difunden a los cuerpos
vertebrales y discos a través de las arterias espinales. Generalmente la
infección tiene origen en el tracto urinario. La diabetes mellitus,
hemodiálisis y el uso de drogas intravenosas aumentan el riesgo de la infección
espinal. Las heridas penetrantes y los procedimientos quirúrgicos de la columna
vertebral pueden causar osteomielitis no hematógena.
Los
pacientes con osteomielitis vertebral refieren dolor en la nuca y espalda,
algunos describen dolor torácico, abdominal o en los miembros (por irritación
de raíz nerviosa).
Osteomielitis consecutivas a infecciones de partes
blandas
Esta
forma de presentación clínica aparece comúnmente después de una celulitis, de
un absceso o de una artritis séptica mal tratada; ocurre comúnmente en adultos.
Frecuentemente
el diagnóstico no se efectúa hasta que se vuelve crónica. El dolor, la fiebre y
la inflamación debido a la osteomielitis aguda son atribuidas al proceso
infeccioso de partes blandas.
Osteomielitis que siguen a heridas traumáticas
Las
manifestaciones clínicas incluyen fiebre, tumefacción, dolor y limitación de
movimientos. Los huesos más afectados son la tibia, el fémur y en menor grado
los de los miembros superiores. Se presenta recurrencia de la infección en
pacientes con fracturas y alteración del alineamiento de los segmentos
fracturados. Se considera que el hueso se infecta entre el 1 y 2% de las
intervenciones quirúrgicas músculo-esqueléticas.
DIAGNÓSTICO
El
diagnóstico temprano de osteomielitis aguda es absolutamente necesario ya que
se impone el comienzo de una terapia antimicrobiana de urgencia, para prevenir
la necrosis del hueso.
La
evaluación comienza con una radiografía convencional, aunque, frecuentemente,
élla no muestra anormalidades durante la fase temprana de la infección. De los
10 a 14 días de iniciada la enfermedad, se puede observar en la metáfisis un
proceso destructivo rodeado de zonas de descalcificación. Luego se aprecia una
elevación del periostio. Eventualmente las trabéculas de la metáfisis se
erosionan y se aprecian de aspecto apolillado.
Cuando
la radiografía convencional no muestra alteraciones la gammagrafía ósea
particularmente con tecnecio 99, es útil para establecer el diagnóstico.
También se ha utilizado la gammagrafía con citrato de galio-67 y el indium 111.
Este último es más específico de inflamación que los dos primeros.
El
ultrasonido puede ser útil para detectar engrosamiento del periostio o
colecciones subperiósticas, y determinar abscesos de tejidos blandos adyacentes
al hueso.
La
resonancia magnética es tan sensible como la gammagrafía. Ella permite poner en
evidencia cambios en la médula ósea.
La
resonancia magnética, nos suministra una mejor resolución anatómica de los
abscesos epidurales y otros procesos de tejidos blandos y es el procedimiento
por imágenes de elección para osteomielitis vertebrales. En resonancia
magnética provee información detallada acerca de la actividad y extensión
anatómica de la infección, pero no siempre permite distinguir osteomielitis de
fracturas y tumores. Este procedimiento es particularmente útil en distinguir
celulitis de osteomielitis en el pie diabético. Sin embargo no permite la
diferencia entre infección y osteopatía neuropática.
La
tomografía computarizada es más adecuada para detectar secuestros, trayectos y
abscesos de tejidos blandos. La tomografía computada y el ultrasonido pueden
ser útiles como guías para aspiraciones percutáneas, subperiósticas y
secreciones de tejidos blandos. Secuencialmente, la gammagrafía (tecnecio,
galium e indium) puede ser de ayuda para determinar si la infección es activa.
También permiten distinguir entre infección y los cambios no inflamatorios de
los huesos; estos métodos proveen buenos detalles anatómicos.
Otro
aspecto a considerar en el diagnóstico de osteomielitis es la identificación
del microorganismo que causa la infección. Para tal efecto se deben practicar
coloración de Gram y cultivos para bacterias aerobias y anaerobias (antes de
dar inicio a la terapia antimicrobiana).
Las
muestras deben ser obtenidas de material aspirado del foco infeccioso. En caso
de osteomielitis crónica conviene practicar cultivos especiales para
mycobacterias, hongos y otros patógenos menos comunes.
Es
conveniente la práctica del hemocultivo. En algunas personas es necesario para
un diagnóstico definitivo efectuar estudios histopatológicos de una biopsia.
En
los exámenes rutinarios de sangre se aprecia leucocitosis con desviación a la
izquierda, aumento de la velocidad de sedimentación globular y de la proteína C
reactiva.
DIAGNOSTICO
DIFERENCIAL
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Celulitis.
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Histiocitosis.
-
Escorbuto.
-
Colagenosis.
-
Neoplasias.
-
Enfermedades metabólicas.
COMPLICACIONES
-
La osteomielitis recurrente.
-
La osteomielitis crónica.
-
Amiloidosis.
-
Cambios malignos.
-
Deformidades ortopédicas permanentes.
-
Impotencia funcional.
Con
relación al pronóstico de la osteomielitis aguda es conveniente señalar que el
mismo ha mejorado de manera significativa en los últimos años. El pronóstico
depende de la edad del paciente, de la rapidez para establecer el diagnóstico y
del comienzo precoz de un tratamiento adecuado. La mortalidad es baja.
TRATAMIENTO
La
terapia antimicrobiana debe iniciarse precozmente, después de la obtención del
material para cultivos. La elección inicial del antibiótico se debe basar en el
resultado de la coloración de Gram, del material aspirado y en las
consideraciones clínicas. El antimicrobiano seleccionado debe ser bactericida.
Se debe emplear como mínimo por 4 semanas. Conviene iniciar la administración
por vía endovenosa. En ciertas circunstancias se aconseja una combinación de
antimicrobianos. Los esquemas terapéuticos se pueden modificar de acuerdo a la
respuesta clínica, a la bacteria aislada y a su sensibilidad antimicrobiana.
La
terapia específica se basa en la sensibilidad en vitro de los organismos
aislados del hueso o de la sangre.
En
niños se recomienda como tratamiento inicial (frecuentemente Staphylococcus, Streptococcus, Haemophilus y otros) cefuroxima
100-150 mg/kg/día, cada 8 horas, IV y oxacilina (150 mg/kg/día, cada 6 horas,
IV. Alternativa: clindamicina (25-40 mg, cada 8 horas, IV)
En
adultos se recomienda como tratamiento empírico:
1.
Cuando el S. aureus es el
microorganismo probable, la nafcilina u oxacilina 2-12 gr/día, c/4 horas, IV
con o sin un aminoglicósido; vancomicina (1-2 gr/día, c/12 horas, IV) con o sin
un aminoglicósido; clindamicina (1,8-2,7 gr/día, c/8 horas, IV) con o sin un
aminoglicósido
2.
Pacientes con hemoglobinopatías, la nafcilina u oxacilina más ampicilina y
sulbactáin (4-8 gr/día, c/4 horas, IV). Alternativa: la nafcilina u oxacilina
más cefotaxima (2-12 gr/día, c/24 horas, IV)
3.
En el pie diabético: aminoglicósido más clindamicina, cefoxitina, imipenem,
betalactámicos con inhibidores de betalactamasas, penicilinas antipseudomonas o
ceftazidima.
PREVENCIÓN
Consiste,
básicamente, en el tratamiento adecuado de todos los procesos infecciosos,
especialmente de la septicemia.
En
la cirugía traumatológica, cuando es necesario emplear material extraño
(prótesis u osteosíntesis), se recomienda la administración de antimicrobianos
profilácticos, una hora antes y un día después del procedimiento.
Referencias:
- H Reyes R. P Navarro E. Jiménez L. H Reyes B. Osteomielitis: revisión y actualización.
Hospital Universitario de Caracas.RFM. 24(1). 2001
Hospital Universitario de Caracas.RFM. 24(1). 2001
-Leotau Rodríguez M A. Villamizar H A. Osteomielitis: una revisión de la literatura. Universidad de Nariño. 1(12). 2010
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